viernes, 17 de junio de 2011

¡Ni muerto deja de dar guerra!

Una de las noticias que más está dando que hablar estos días es el posible traslado de los restos de Franco al cementerio de El Pardo. Por si hay alguien que no lo sepa, el caudillo está enterrado en el Valle de los Caídos, un monumento franquista.

Ahora, una comisión del Gobierno está barajando que sería mejor que Franco descansara en El Pardo. A ver, por una parte entiendo ese interés en quitar todo símbolo franquista, pues fue una época bastante dura que, la mayoría de los que la vivieron, prefieren olvidarla. Además, yo creo que los monumentos se les ponen a los héroes, y Franco no fue ni Batman ni Spiderman. Por otra parte, hay cosas más importantes en las que pensar, por ejemplo, en los 5 millones de parados. A ver si se forma una comisión para tratar el problema del paro y nos dejamos de tonterías, porque, sinceramente, a mí no me va a afectar que Franco esté enterrado en El Pardo o debajo de un árbol, pero sí que me va a afectar el problema del paro y la crisis, porque los jóvenes tenemos derecho a asegurarnos un futuro y ni los monumentos ni las tumbas nos lo van a dar.
Es que a veces alucino con las cosas que hacen los políticos, por no hablar de la cantidad de puestos que hay (por ejemplo, el vicesecretario de tal, el portavoz de tal) que eso no es precisamente barato. Seguro que ni Zapatero ni Rajoy tienen ni un sólo número rojo en la cuenta.
Otro despilfarro (sí, ese es el nombre) es el distinguido menú que nuestros políticos y en especial la Familia Real saborean en un avión de la compañía Iberia (ahora mismo no me acuerdo del nombre): jamón ibérico, caña de lomo, queso manchego, salmón noruego ahumado, whisky, bollería fresca, fruta de temporada, fruta de temporada cortada (menuda tontería, ¿no saben cortársela ellos o qué?) y otras cositas que cuestan la mínima cantidad de 600.000 euros. Claro, ¿cómo vamos a pretender nosotros que ellos se compren la comida si se la podemos pagar nosotros? Uf, después dicen que hay que abrocharse el cinturón. Sólo la clase obrera, señores, todos los currantes que en vez de jamón ibérico toman jamón cocido y brindan con cerveza en vez de con vino. Así es la clase política, mucho pedir austeridad y no son capaces de hacer el esfuerzo de recortarse gastos. Lo único que he sacado de esta noticia es que nuestros representantes no son capaces de cortarse la fruta.

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